

ARTE FOTOGRAFICO EN EL SIGLO 21.*
Desde sus inicios la fotografía pareció híbrida, sospechosa mezcla de pintura, magia y química. Nunca quedó claro su origen ni su destino. No era un substituto de la pintura, tampoco era copia fiel de la realidad.
En este nuevo siglo la fotografía de autor está dando un gran salto que lleva a los espacios infinitos de la creación. Con la introducción del computador y la creación de programas para imágenes es posible manejar una foto libremente.
La fotografía reclamando su espacio dentro de las artes visuales introduce nuevas propuestas. Por primera vez en la historia la imagen fotográfica se libera del cuarto oscuro e inicia un periplo innovador, que incita a la creatividad y la exploración de un universo liberado de químicos, cuyo obstáculo es superar la inquietante inestabilidad de lo virtual.
Las imagenes necesitan un proceso para existir. Una fotografía necesita de un concepto y su técnica debe ser óptima, por mucho que sea intervenida digitalmente nunca será una buena imagen si no lo ha sido al ser captada, sólo con buenas
fotos se puede llegar a crear arte. Como cualquiera puede apretar un disparador, hay una confusión a la hora de saber cuales son las imágenes que realmente pueden ser llamadas arte, aunque las buenas imagenes han sido siempre obra de muy pocos.
El uso en prensa y publicidad, la gran ductibilidad de la imagen fotográfica le dio un curriculum sospechoso para el arte. Había y hay demasiadas fotos obvias, creadas por directores de arte o jefes de redacción que no respetan la autoria de los fotógrafos y además muchos fotógrafos no son creadores ni necesitan serlo, según cree el mercado.
Desde que se inició la era digital estan las herramientas que pueden llevar a la fotografía de autor a una nueva apuesta, apartándose de lo documental o realista, en un camino donde pintar con luz, en un nuevo lenguaje, es la propuesta del siglo 21. En arte no se trata unicamente de conocer técnicas, se trata de manejar todas las técnicas si la obra lo requiere para expresar lo que el artista pretende. Incorporar lo tradicional y lo nuevo, unir ambos en la persecución de una idea, si ésta lo precisa. Lo importante es tener los instrumentos para lograr esta expresión y el mundo digital es una puerta abierta.
En lo profundo la fotografia no cambió desde que empezó a ser digital, nunca ha sido un retrato fiel de la realidad, esperar eso de una fotografía es no entender que una imagen de haluros de plata o de pixeles es en el fondo lo mismo: maneras diferentes de obtener imágenes donde la realidad no existe, el ojo del fotógrafo es quien decide la intencionalidad de las imagenes.
En el amplio mundo de la fotografía hay espacio para todos, un ejemplo es la foto documental y su carga impactante que muestran fotógrafos como Sebastian Salgado, tambien los patéticos personajes de Diane Arbus, los travesti de Mario Vivado, los paisajes majestuosos de Ansel Adams, las imagenes de guerra de Robert Capa, los colores saturados de Alex Webb, las flores moribundas de Luis Poirot, el México de Tina Modotti, y ahora : las imagenes manipuladas digitalmente, todas son fotos, buenas o malas, segun el autor y su sensibilidad.
Los paradigmas sobre fotografía en los inicios del Siglo 21 hablan de libertad. La fotografía pierde con lo digital su origen de reproducción (hipotética o no). La imagen digital es un original en sí misma, los cambios que el autor introduce son una apropiación autoral en una nueva vida para la imagen fotográfica, un tiempo de apertura hacia nuevas posibilidades. Existe “una serie de presentes sucesivos, un camino perpetuamente destruido y continuado“ (lo anuncia Marguerite Yourcenar en “El tiempo, gran escultor”), un tiempo que avanza libremente.
Y lo expresa maravillosamente Rita Ferrer en su libro “Yo, fotografía”**, haciendola hablar en una conjunción de arte, mujer y fotografía, “YO” :
“Armar relaciones vagabundas. Romper y desbaratar todo sistema dado. Exponer e imponer el propio arbitrario en colisión con los demás. Si yo escribiera, me gustaría poder hacerlo así.
Dejaría que mi escritura fluyera al mismo ritmo que mi respiración. No la forzaría ni la aceleraría. Permitiría que se contradijera, que se disuelva si fuese necesario. La haría calculada a ratos y la dejaría, si me lo pide, embriagarse, excederse y perder la compostura.
La liberaría del corsé de los géneros. Me aconsejaría hacer oídos sordos a los intereses creados y tener fe ciega sólo en la música de mi voz”.
*(Extracto del original escrito para el Libro Trayectoria© Memoria de Grado Carmen Fulle,Esc. Foto Arte, Dic. 2005)
**"Yo, fotografía" Rita Ferrer Ediciones de La Hetera, 2002.